Fotografía de un artista

Published on 24 July 2024 at 01:15

Una tipa tan serena que por dentro estaba abrumada,

En su cabeza volaban pájaros, y agitaban con sus alas la mente del que criaba.

¿Esperaba, a quien engañaba? ¿Qué propósito ansiaba? ¿Qué es aquello que la aquejaba?

 

Será que aquellos artistas están hechos para contemplar, para escribir, anotar, retratar. Anécdotas, relatos, vidas ajenas y algún arrebato.

Pero es que esos son los prodigios, aquellos que observan y esperan y cantan y anhelan.

¿Es que alguna vez serán relatadas sus vidas? Sus mentes como canciones se mueven, notas surgen y melodías hacen con aquello que no tienen.

Sacan la belleza de lo feo, lo absurdo, pequeño. De una mota de aire hacen que crezca un sueño.

 

Quizás en otra vida, otro momento, otro lugar, otro tormento. Quizás entonces alguien retratase el pensamiento de tales portentos. Pero quizás estén atados al desamor, al descontento, quizás sean ellos los que fotografíen cuentos.

 

Mientras tanto en la ducha escuchaba algo tierno. Y sus manos palpaban cada uno de sus huesos, y sus ojos veían su carne y su entrelazamiento. Y las extremidades crujían, y las muñecas, codos, hombros, tobillos, se partían al bailar una canción en el suspiro del tiempo.

Sin cesar las agujas, las gotas cayeron, y el hilo de agua se hizo grueso, y el vapor llenó la sala al completo, y entre humo ella ahogó sus recuerdos.

Y pensaba, y volaba, y viajaba, y soñaba. Y sabía que era grande, pero vivía engañada.

¿A quién o a que esperaba?

Marcharse, correr, abrir la puerta y de un golpe saber que no va a volver.

No a aquel lugar, sino a aquellos tiempos, en los que la inseguridad era el principal miedo.

 

Se estremeció por dentro, y rugió su cuerpo, agitó su pelo, y la pintó el viento.

Entre soledad se vio acompañada, resulta que ahí era donde se encontraba.

Se acordó de su esencia, marco la huella, y en el corazón ella clavó su flecha.

¿Pero que la aquejaba?

Ya llegaría el mañana, ya cambiaría palabras, ya volvería el ayer, a recordar que uno debe crecer.

 

Se alejó del agua y sintió el frío, y no supo si adentrarse de nuevo, pero por mucho que fuese la lluvia la que le daba aliento, debía proseguir hasta caer al suelo.

sus mejillas moradas cual fuego, y sus pies azules de hielo, su pelo negro, sus uñas verdes por el tabaco y esfuerzo, y sus dedos rojos por el escribir sin miedo.

 

Niña no llores, no ceses, no vuelvas, no avances.

Niña corre que se hace tarde.

Niña espera que voy a buscarte.

Aguanta ahí quieta, retrátate y haz arte.

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