1st week
Estamos en los últimos días de julio y para aquellos que se encuentran en Madrid, como yo, cambiando maletas y ansiando a que llegue esa segunda parte del verano que esperamos con ganas, sabrán que el plan de tardeo y las cenas con amigos acompañados por una buena botella de vino es de lo más frecuente. Después de un día abrumador y cargado por el no hacer nada, llega la tarde con esa brisa que nos reaviva y da comienzo a la noche con las ganas de hacer todo aquello que hemos evitado por la mañana. Empiezan las llamadas a los amigos para ver a que casa os dispondréis a ir hoy los cuatro gatos que quedáis en una ciudad solitaria pero a su vez activa, una vez resuelto el lugar te pegas esa ducha fresquita que te devuelve el aire y te permite respirar como no lo has hecho hasta entonces y ahí, comienza la música. Música en la ducha, música mientras eliges que te vas a poner, música en el coche de camino a ese plan tontorrón que coges con tantas ganas, música en la cena cargada de risas, música en las copas, música en esa charla filosófica fruto del efecto del alcohol, música a las 2, 3, 4, 5 y 6 de la mañana. Música hasta llegar a casa, donde derrumbado por la noche caes doblado en la cama, y seguramente en esos delirios que llaman sueños la música vuelva a aparecer, hasta llegar la mañana siguiente y toparte con la rutina del cansancio de nuevo, sabiendo que en unas horas revivirás para hacer ese plan improvisado que en verdad ya es la rutina propia de ese julio tardío. Sabiendo que lo que te despertará de un día largo y aburrido será la música esa misma tarde.